Odio esa sensación. La sensación de querer contarle miles de cosas a una persona y no poder. Bien porque no es el momento o simplemente porque la otra persona no tiene ni la más remota idea de lo que te pasa por la cabeza.
Y de repente... Te ves en un vacío y te entra la duda. Una duda que desearías que nunca te hubiera surgido, una duda de la que temes escuchar la respuesta, porque sabes que no habrá final feliz, que será doloroso...Y más aún será superarlo.
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