Tras años sin publicar, una serie de acontecimientos me han hecho sacar este blog del destierro al que estaba sometido.
El motivo es hablar de una corriente afluente en nuestros días: los llamados modernos o hipsters. Y de hecho voy a ser muy específica, no me centraré ni en su indumentaria digna de un indigente, ni en sus barbas con un aire a lo Jesucristo, ya que personalmente no son del gusto de una servidora, pero cada uno es libre de vestirse a su antojo y complacencia, por no hablar de que no todos siguen este modelo de vestimenta (modernos de incógnito). No, el motivo que me atañe hoy es hablar sobre ese aire intelectual que profesan y su mirar altivo a quien no sigue sus cánones.
Puede que os suenen estas situaciones:
- Estoy leyendo ahora El Extranjero de Camus, ¿lo has leído?
- Sí, lo leí cuando tenía 12 años.
En serio, debo ser una ignorante, porque yo a esa edad leía Harry Potter o Memorias de Idhún. ¿Qué hacía con mi vida que no leía novelas existencialistas?
- Hay una película que quiero ver, pero no sé si te va a gustar, porque es un poco abstracta...
Abstracta como eufemismo para "no creo que la entiendas" se deja entrever. De nuevo debo ser una ignorante, algo que sin duda debe tener parte de causa en todas las películas comerciales y llenas de clichés que habré visto a lo largo de mi vida claro está.
- ¿Te gusta esta canción?
- No, no sé, yo soy más de letras evocadoras.
Olé.
Con la música sucede algo curioso, cuanto más rara sea la portada del disco, mejor.
P.D: No lo he puesto en el ejemplo, pero por supuesto, cuanto más comercial, peor claro. Más hoi polloi eres y más te mirarán con nariz empinada.
En resumen, debo ser una persona de lo más mainstream e ignorante, pero lo cierto es que a mucha honra.